Octubre rosa, las sonrisas que luchan contra el cáncer de mama.

healthcare and medicine concept - group of smiling women in blank t-shirts with pink breast cancer awareness ribbons

Las sonrisas de Facebook no lo dicen todo, tampoco lo hacen las sonrisas vencedoras en la publicidad. Las fotos de los cumpleaños se matizan mientras las melenas desaparecen, las fuerzas merman y las familias se fortalecen.

He visto luchar a grandes mujeres contra el cáncer de mama, su común denominador es ser madres. Madres que luchan, que ocultan, que suavizan la pena y el dolor que en ocasiones las invade. Se mantienen fuertes y sonrientes como si ‘esa’ enfermedad estuviese encapsulada en un tiempo sin tiempo.

Cada día, cada semana, cada mes, cada año de terapias, de agresión, de nauseas, de debilidad quedan ocultas tras una enorme sonrisa cuando los hijos salen del colegio, cuando llegan a casa por la tarde, cuando se leen los cuentos para dormir.

Al cerrar las puertas de las habitaciones el dolor vuelve silencioso, se lleva el apetito, se lleva la piel tersa, se lleva los expresiones faciales, y comienza a dejar un halo de nostalgia que no derriba la entereza ni el amor.

Desde mis ojos, el cáncer de mama te hace olvidar los bolsos caros, lo material de la vida moderna y te regresa en un viaje al tiempo donde se redescubre que lo que vale de verdad es el amor, la fraternidad, la familia.

La intolerancia se hace presente, el odio en ocasiones se invita, pero el victimismo nunca tiene la ventana abierta.

Hombres y mujeres que no son madres, y que conocen al cáncer de mama, cierran también los ojos, se guardan en el silencio con sus parejas, con sus amigos, con sus padres, esos silencios que se hacen largos buscando complicidad en ellos.

No existen culpas ni culpables, existe resistencia como en aquellos que corren y corren maratones, triatlones, y es que al parecer quienes conviven con el cáncer de mama viven una carrera a una meta muy clara, vivir y revivir los momentos. Recuperar los trofeos que les ha dado la vida.

Los observadores se admiran, se fortalecen con ellas (y ellos), se mantienen como hombros de apoyo, bolsas para golpear para cuando la pena invade los corazones, oídos para escuchar los reclamos cuando es mejor mantenerlos alejados.

Algunos se vuelven perseguidores, insistentes. Otros se alejan, se descontrolan en el miedo a no saber decir nada ‘correcto’, cuando lo correcto es no olvidarnos que quien padece cáncer de mama sigue siendo la misma persona, la misma amiga de siempre, la misma profesora, la misma vecina, la misma madre, la misma hermana, la misma, la misma, la misma… siempre.

El equipo de Salud para la Mujer y el Dr. Rafael Solano nos unimos de esta manera a la lucha contra el cáncer de mama. Nos pintamos de rosa por las mujeres y los hombres que luchan cada día, por los vencedores y por aquellos que no han conseguido lograrlo, por sus familias, sus amigos y sus médicos.

Todo nuestro apoyo y fortaleza.

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