Una de las consecuencias de la pérdida de estrógeno es la atrofia vaginal, ya que estas hormonas, en condiciones regulares, ayudan a mantener el buen estado del epitelio de la vagina.
Regularmente durante la menopausia, la disminución de estrógeno en la mujer ocasiona un adelgazamiento y resequedad en la mucosa vaginal, lo cual produce cambios en el equilibrio de la flora y en el PH. En ocasiones, esta situación puede favorecer la aparición de infecciones vaginales y urinarias.
La atrofia vaginal es una de las principales causas de dispareunia e infecciones de vías urinarias recurrentes. Y a su vez, se considera una causa generadora de trastornos sexuales, ya que el dolor, en muchas ocasiones, altera la actividad sexual, disminuye el deseo sexual, de excitación e incluso de manera secundaria, anorgasmia.
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